Fue al atacar las primeras rampas serias cuando el agotamiento empezó a hacer mella en muchos de los integrantes de la expedición.
Enseguida el grupo empezó a disgregarse debido a la diferencia de fuerzas entre los alpinistas. Pero esa no era la manera convenida para llegar a la cima. La consigna era ¡todos juntos, o si no... nada!
El vagón de cola iba muy lento y el retraso se empezaba a acumular. Tras una parada reflexiva para evaluar la situación, en la mitad de la ladera, a unos 1200 m de altitud y muy lejos del objetivo, los responsables de la escalada decidieron regresar al campamento base.
Juan Pascual
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