Para ello se le dedican las clases de la mañana, aunque lo cierto es que los alumnos no desaprovechan cualquier oportunidad para practicar los idiomas en los que se han matriculado.
Uno de los lugares por excelencia preferidos para charlar in English y chez français es el comedor, durante la cena, en donde cada cual comenta los avatares del día.
A esa hora el sol está bajo y entra de lleno por las ventanas. Es cuando se produce una curiosa conjunción dada por estos tres elementos: masticación, habla y sol a contraluz.
Si miras de perfil a los allí sentados verás decenas de alumnos batiendo sus mandíbulas, haciendo la masticación, a la vez que modulan su glotis para hablar y hablar. Ambos actos al unísono implica que se escapen, a veces, algunas migajas y salivas. Éstas no son más grandes ni más pequeñas que en cualquier otro momento. Pero ese sol que está detrás, esa contraluz... Es como si aumentase lo que se interpone entre el Astro Rey y el obsevador de la "lluvia alimenticia".
Los pacientes profesores atienden a sus pupilos, haciendo de las comidas una singular torre de Babel, fomentando en los chicos y chicas su locuacidad en lenguas no vernáculas. Sólo se hace un ligero silencio cuando llega la retirada del plato para reponer el siguiente. Es el momento de apurar, de mojar en pan los restos que quedan para recibir el siguiente manjar.
Tras este breve lapsus, vuelta a la verborrea entre bocado y bocado y una lluvia salival.
Juan Pascual
jpasredon@gmail.com
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